El turismo en Cuba atraviesa una de sus etapas más críticas en décadas. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei), entre enero y mayo de 2025 la isla recibió 862,343 turistas internacionales, lo que representa una caída del 27 % con respecto al mismo período del año anterior. Una cifra preocupante que pone en entredicho el cumplimiento de la meta gubernamental de 2,6 millones de visitantes este año.
El desplome afecta incluso a los mercados tradicionalmente más fieles. Canadá, principal emisor de turistas hacia Cuba, registró un descenso del 28,5 %, mientras que Rusia, que en años recientes se había posicionado como un mercado en crecimiento, sufrió una reducción aún más drástica del 45,5 %. Otros países clave como Estados Unidos, Alemania, Francia, España, México, Argentina e Italia también muestran descensos interanuales, lo que evidencia un retroceso generalizado.
Este debilitamiento del turismo, considerado el motor económico de la isla, no es un fenómeno aislado. Se enmarca en un escenario de crisis económica y energética, reducción de rutas aéreas y las persistentes sanciones estadounidenses. La combinación de estos factores limita la capacidad de Cuba para competir en un Caribe donde destinos como Punta Cana en República Dominicana y Cancún en México celebran cifras récord de llegadas tras la pandemia.
El contraste es evidente: mientras los vecinos caribeños refuerzan su imagen como destinos seguros y accesibles, Cuba lucha por recuperar la confianza de los viajeros y resolver los problemas estructurales que frenan su recuperación. Las cifras actuales se mantienen muy por debajo de los picos alcanzados en 2018 y 2019, cuando la isla superó los 4 millones de visitantes, impulsada por el acercamiento diplomático con Estados Unidos y una mayor apertura al turismo internacional.
La pregunta clave ahora es si Cuba logrará revertir esta tendencia negativa. El turismo no solo es vital para el producto interno bruto (PIB), sino también para la entrada de divisas, junto a las remesas y la exportación de servicios profesionales. La realidad es que la recuperación parece lejana, y el país enfrenta el desafío de reinventar su modelo turístico en un contexto global cada vez más competitivo.
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