Durante décadas, el “sueño americano” ha simbolizado la posibilidad de lograr el éxito y la estabilidad económica a través del esfuerzo individual. Sin embargo, para millones de inmigrantes y ciudadanos en Estados Unidos, esta aspiración choca con una realidad marcada por la desigualdad, la discriminación y la precariedad laboral. A continuación, desglosamos algunas de las mentiras más comunes sobre el sueño americano con datos actualizados que revelan una verdad menos idealizada.
1. “El sueño americano es para todos”
En teoría, Estados Unidos ofrece oportunidades iguales para todos. En la práctica, el acceso al éxito está fuertemente condicionado por el origen étnico, la clase social y el nivel educativo. Según datos de Pew Research (2024), solo el 37% de los latinos cree que el sueño americano sigue vivo, en comparación con el 57% de los blancos no hispanos.
Además, el acceso a la educación superior, una herramienta clave para la movilidad social, es profundamente desigual. El Centro Nacional de Estadísticas de Educación reporta que solo el 19% de los jóvenes latinos y el 26% de los afroamericanos logran graduarse de universidades de cuatro años, frente al 42% de los blancos.
2. “En EE. UU. no hay discriminación”
Aunque las leyes prohíben la discriminación racial, esta persiste en forma estructural. Un estudio del Journal of Labor Economics reveló que los candidatos con nombres afroamericanos tienen un 50% menos de probabilidades de ser llamados para una entrevista laboral que aquellos con nombres “anglosajones”, incluso con los mismos currículos.
El Departamento de Justicia también ha documentado prácticas discriminatorias en la aplicación de leyes migratorias y penales, lo que se traduce en tasas desproporcionadas de detención y deportación de latinos y afrodescendientes.
3. “Todo el mundo tiene papeles allá”
Según el Pew Research Center, en 2023 había más de 10.5 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Estas personas enfrentan múltiples barreras: no pueden acceder a seguros médicos, créditos bancarios ni protecciones laborales. Además, viven bajo constante riesgo de deportación, lo que limita su movilidad social y económica.
Un informe de Human Rights Watch documentó casos frecuentes de explotación laboral y abuso contra trabajadores indocumentados, especialmente en sectores como la agricultura, la limpieza y la construcción.
4. “Con cualquier trabajo se vive bien”
La Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU. indica que más del 30% de los trabajadores latinos tienen empleos con salarios inferiores al nivel de subsistencia. Muchos inmigrantes deben tener dos o incluso tres empleos para cubrir necesidades básicas como vivienda, alimentación y transporte.
El salario mínimo federal permanece en $7.25 por hora desde 2009. En ciudades con alto costo de vida, como Nueva York o Los Ángeles, esto no cubre ni la mitad de un alquiler promedio. Según un estudio de MIT, el “salario digno mínimo” para una familia de cuatro personas en EE. UU. es de aproximadamente $24 por hora por adulto.
5. “En EE. UU. uno se hace rico rápido”
Si bien Estados Unidos tiene un ingreso promedio más alto que muchos países latinoamericanos, también posee una de las tasas más altas de endeudamiento personal del mundo. Según Experian, la deuda promedio por hogar supera los $101,000 dólares en 2024, sumando hipotecas, préstamos estudiantiles, tarjetas de crédito y vehículos.
Además, el acceso a la riqueza está concentrado: el 10% más rico de la población posee más del 70% del total de activos del país, según la Reserva Federal. Esto demuestra que, aunque es posible mejorar económicamente, “hacerse rico” es una excepción, no la regla.
El sueño americano no es una mentira, pero sí es un ideal al que no todos pueden acceder por igual. La promesa de movilidad social se ve obstaculizada por un sistema que favorece a quienes ya tienen privilegios, mientras que millones sobreviven en condiciones de precariedad. Comprender esta realidad es el primer paso para exigir políticas más justas e inclusivas.
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