La esperada lectura oficial de ventas minoristas en EE. UU. para septiembre no pudo publicarse a tiempo debido al cierre parcial del gobierno, dejando a analistas e inversionistas sin un indicador clave para calibrar la salud del consumidor. Mientras tanto, los datos de gasto con tarjetas de crédito y débito sugieren un enfriamiento en el ritmo de compra, especialmente en bienes discrecionales.
Aunque en los meses previos las ventas venían creciendo cerca de 0,6 % —y algunas proyecciones incluso más—, estos datos alternativos muestran que el avance en septiembre habría sido mucho más modesto. La incertidumbre fiscal generada por el cierre del gobierno hace que los agentes económicos dependan más de estas fuentes no oficiales.
¿Qué dicen los datos “alternativos”?
El Chicago Fed, mediante su informe CARTS (Advance Retail Trade Summary), estima que las ventas minoristas excluyendo automóviles y repuestos aumentaron alrededor de 0,5 % en septiembre, tras subir 0,7 % en agosto. Pero al corregir por inflación, el crecimiento real sería apenas de 0,2 %.
Por su parte, los datos de tarjetas revelan que el gasto discrecional muestra debilidad: los consumidores estarían recortando compras fuera de lo esencial. Esa moderación ocurre justo cuando muchas familias enfrentan condiciones financieras más apretadas por tasas de interés altas, inflación persistente y menor margen de maniobra.
Riesgos para la recuperación y las decisiones de la Fed
Para la Reserva Federal, que basa sus decisiones en datos sobre empleo, inflación y consumo, esta falta de señales claras complica la estrategia de política monetaria. La ausencia del informe oficial agrega opacidad al panorama. El presidente Powell ha enfatizado que siguen monitoreando una variedad de fuentes para compensar esta laguna de información.
Si el consumo se desacelera de forma sostenida, el crecimiento económico podría debilitarse, poniendo presión sobre las empresas, el empleo y los ingresos fiscales. Además, en un entorno de tasas elevadas, una caída en el gasto de los hogares podría exacerbar tensiones ya latentes en otras partes de la economía.
¿Hay motivos para un optimismo cauteloso?
A pesar de los retos, algunos analistas mantienen que la situación no es dramática. El uso de datos de tarjetas y otras fuentes privadas permite vislumbrar con antelación ciertas tendencias, aunque con margen de error.
Si los resultados oficiales salen más sólidos o muestran una corrección al alza, ese optimismo podría reconfirmarse. Pero si confirman el enfriamiento que sugieren los datos alternativos, el mensaje para los responsables de política será más claro: habrá que calibrar muy bien los próximos movimientos.
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