En el marco del Mes de la Salud Mental, el informe “El Estado Mental del Mundo 2024” de Sapien Labs expone un panorama alarmante sobre el bienestar emocional de los jóvenes en América Latina. El estudio, basado en una muestra de más de 500,000 personas en 71 países, revela que el 44% de los jóvenes latinoamericanos entre 18 y 24 años manifiestan frecuentemente sentimientos de tristeza, angustia o desesperanza, una cifra que supera la media global.
El informe destaca que, incluso en países con mayores inversiones en salud mental, los jóvenes no muestran una mejoría significativa, lo que indica que el problema es multifactorial y no se limita a la disponibilidad de recursos médicos o presupuestarios.
Factores determinantes del deterioro emocional
1. Uso temprano y excesivo de dispositivos electrónicos
Varios estudios citados por Sapien Labs apuntan a que el acceso a smartphones y pantallas digitales desde edades tempranas se correlaciona con una reducción en habilidades cognitivas, sociales y de regulación emocional. El uso prolongado contribuye al aislamiento social, trastornos del sueño y una hiperestimulación mental que impide el desarrollo emocional saludable.
“Las generaciones que crecieron con tecnología desde la infancia tienen menos herramientas para enfrentar el estrés social y emocional”, señala el informe.
2. Dieta rica en ultraprocesados
La dieta también desempeña un papel clave. La investigación demuestra que el consumo frecuente de alimentos ultraprocesados puede triplicar el riesgo de sufrir trastornos mentales como la depresión, ansiedad y deterioro cognitivo. Estas comidas, ricas en grasas saturadas, azúcares añadidos y aditivos, alteran la microbiota intestinal y los niveles de serotonina, afectando el equilibrio emocional.
3. Exposición a contaminantes ambientales
Toxinas como pesticidas, metales pesados y microplásticos, presentes en el agua potable, alimentos y el aire, se acumulan en el organismo, afectando el sistema nervioso y cerebral. Esto tiene consecuencias directas en la memoria, el estado de ánimo y el desarrollo neurológico. Los jóvenes que crecen en entornos contaminados tienen más riesgo de presentar síntomas de ansiedad, depresión y trastornos del aprendizaje.
4. Fragilidad de los vínculos sociales
El informe también señala una preocupante erosión de los lazos sociales. Muchos jóvenes reportan falta de relaciones cercanas o significativas, tanto familiares como amistosas. La hiperconectividad digital no ha sido suficiente para suplir la necesidad de conexión humana profunda, lo que contribuye a una creciente sensación de soledad.
Colombia: cifras preocupantes y desafíos persistentes
En Colombia, la situación es especialmente delicada. Según datos publicados por Portafolio, el 66,3% de la población ha experimentado problemas de salud mental en algún momento de su vida, y las mujeres jóvenes entre 18 y 24 años son el grupo más afectado, con una incidencia del 75,4%. Estas cifras posicionan a Colombia como uno de los países con mayor carga emocional entre su juventud.
Aunque Colombia se ubica en el octavo lugar en bienestar mental en América Latina, según AreaCúcuta, el progreso ha sido lento y desigual. La infraestructura de salud mental sigue siendo insuficiente, con menos de un psicólogo por cada 10,000 habitantes en varias regiones del país, y existe un fuerte estigma que impide que muchas personas busquen ayuda profesional.
Un llamado urgente a la acción
Los hallazgos del informe ponen en evidencia que la crisis de salud mental entre los jóvenes es estructural y requiere una respuesta integral. No basta con aumentar el presupuesto en salud mental: es necesario reformular los entornos en los que se desarrollan los jóvenes, desde la familia y la escuela, hasta la alimentación, el ambiente y las dinámicas sociales.
Se recomienda a los gobiernos y actores sociales:
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Fortalecer programas educativos sobre bienestar emocional en las escuelas.
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Implementar campañas de prevención que incluyan hábitos alimenticios saludables.
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Regular la publicidad y acceso a alimentos ultraprocesados en la infancia.
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Crear más espacios de convivencia y apoyo comunitario para adolescentes.
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Ampliar el acceso a servicios de salud mental en zonas rurales y marginadas.
La salud mental de los jóvenes no es un tema marginal: es un indicador clave del futuro de nuestras sociedades. Atender sus causas con profundidad, desde el entorno digital hasta los hábitos alimenticios y la calidad de las relaciones humanas, debe ser una prioridad para todos los gobiernos de América Latina.
Si no se toman medidas urgentes, esta crisis silenciosa puede convertirse en una epidemia de consecuencias duraderas para el desarrollo, la productividad y el bienestar social.
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